No sólo tu paladar tiene derecho a disfrutar con el vino. Tu piel puede ser ahora la gran beneficiada de los antioxidantes que se encuentran en el vino y que, gracias a la vinoterapia, son los responsables de tonificar e hidratar la piel, neutralizando los rasgos más evidentes que el paso de los años tiene en nuestro rostro y cuello.
Un buen tratamiento de vinoterapia debe comenzar con una exfoliación completa para eliminar las células muertas y preparar la piel para que asimile mejor todas las propiedades del vino.
Los antioxidantes que se encuentran en el vino tienen la función de neutralizar los radicales libres que oxidan las células de la piel y que, por tanto, la envejecen. Así, el masaje y la envoltura con vino no sólo ayudan a reducir notablemente las arrugas y las manchas de la piel, sino que también la hidratan y nutren en profundidad, estimulando la producción natural de colágeno.
El secreto de la uva para ser tan eficaz en este tipo de tratamientos es su alto contenido en resveratrol, un compuesto de la familia de los polifenoles que es 50 veces más potente que la vitamina E y 30 veces más que la C y que también activa la producción de sirtuinas, conocidas como las ‘proteínas celulares de la longevidad’.
Además, la vinoterapia ha demostrado ser altamente eficaz para mejorar el tono y la firmeza a la piel flácida, ya que su acción tonifica los senos, reafirma los glúteos, reduce el abdomen y rejuvenece los músculos en general, proporcionando un aspecto más saludable en general.
Como curiosidad, os podemos contar que no todos los vinos valen para este tratamiento. Los más empleados suelen ser Lambrusco (rico en minerales), Sauvignon y Chianti (con propiedades relajantes), Cabernet o Merlot (para eliminar las células muertas de la piel) y, por supuesto, Rioja (especial para tratamientos cosméticos).