El masaje holístico actúa y aporta infinidad de beneficios sobre todo el cuerpo. De ahí su nombre, que proviene del griego “holos”, palabra cuyo significado es “todo”.
Este tipo de masaje ofrece una sensación de relax y bienestar corporal y mental, que llega después de tres fases. En primer lugar, se masajea todo el cuerpo con diferentes fricciones como el quiromasaje, el masaje tailandés o el deportivo, con el fin de estimular los músculos, y los sistemas linfático y circulatorio.
El segundo paso es la estimulación de diferentes puntos del cuerpo. Se tratan los canales por los que circula la energía y los denominados puntos reflejos –llamados así porque reflejan otras zonas del cuerpo-, que se sitúan en pies y manos. Las técnicas utilizadas para el desbloqueo de estos puntos son la reflexología, el masaje tuina o el ayurveda.
En tercer lugar, se trabaja el conjunto cuerpo-mente. La energía se concentra en siete puntos llamados Chakras, situados a lo largo de la columna vertebral y la cabeza. En esta fase el masajista solo apoya sus manos sin hacer demasiada fuerza, para conseguir un efecto de relajación total.
Se pueden utilizar aceites esenciales o piedras volcánicas calientes para complementar los efectos del masaje en sí. Así, los beneficios para el organismo se multiplican.
En el plano físico, se reducen los dolores, por lo que es una técnica muy recomendable para combatir problemas circulatorios, articulares, óseos y musculares.
En el mental y emocional, el nivel de estrés disminuye de forma notable, gracias al trabajo del masaje holístico sobre las energías, que crean una armonía entre cuerpo y mente. Por lo que se trata de una terapia ideal para tratar afecciones como la ansiedad y el insomnio.
Por último, debido a sus efectos estéticos, este masaje también es utilizado en centros de belleza. La piel queda mucho más luminosa y rejuvenecida tras el tratamiento.